lunes, 28 de enero de 2013

Instrucciones para tomar un café

No existen obviedades cuando de seguridad y manuales se trata. Así lo prueban las instrucciones que redactó La Morenita para el reverso del envase de su café en saquitos.

En este caso, el primer paso de la guía («Quitar el saquito del sobre») puede parecer una obviedad totalmente innecesaria. Sin embargo, no lo es. El envase del saquito de té es metálico —elegido seguramente por conservar las propiedades del café por más tiempo— y podría causar daño si el café se calienta con el envase dentro de un microondas.


La Morenita prefirió, entonces, redactar ese primer paso un tanto excesivo para preservar la integridad de bebedores de café ansiosos o poco duchos en la cocina. Cuidar al usuario-consumidor nunca está de más.

viernes, 25 de enero de 2013

Humor y manuales

«Nada es tan fácil como parece ni tan complicado como lo explica el manual».
Una frase humorística, pero también una crítica feroz del estilo de muchos manuales. Una crítica que los responsables de redactar estos textos instructivos deben tener siempre en cuenta.

jueves, 17 de enero de 2013

Una reliquia: un manual de la Alemania recién unificada



Esta reliquia es un manual de usuario de un horno microondas TEC 5055, de origen alemán. Vio la luz en julio de 1990, cuando Alemania, tras la caída del muro, recién comenzaba el proceso largo y difícil de llamarse a sí misma «unificada» y de hacer carne ese concepto.

Como puede observarse en la fotografía, la tapa del manual tiene todavía la cinta de embalar con que había llegado de fábrica, pegado al horno, para que no se perdiera.


El texto está escrito en alemán y está traducido al inglés, aunque la página de advertencias (wichtig) y el certificado (urkunde) del final solo están escritos en alemán. Este último, expedido por la Oficina Central de Homologaciones en Telecomunicaciones (Zentralamt für Zulassungen im Fernmeldewesen) alemana en julio de 1990, incluye en el membrete y en el sello el dibujo del águila federal (Bundesadler).




Por otro lado, en esa época los manuales eran más descriptivos que instructivos y predominaba el texto sobre la imagen. En todo el texto —de 20 páginas—, hay una sola infografía del producto, muy sencilla, en blanco y negro, con flechas y referencias.




Fotografía del modelo de microondas, aquí.




Gracias, Mariana, por compartir esta reliquia.


Fuentes
German Institutions: Designations, Abbreviations, Acronyms

martes, 15 de enero de 2013

Herta Müller: de la traducción técnica al Premio Nobel

Herta Müller, premio nobel de literatura, trabajó varios años como traductora de textos técnicos en una fábrica de máquinas hidráulicas. En el emotivo discurso que pronunció al recibir el premio en 2009, relató parte de su experiencia en esa fábrica durante la Rumanía de la época comunista.
«Una mañana llegué al trabajo y mis voluminosos diccionarios estaban en el suelo del pasillo, junto a la puerta de mi oficina. La abrí, y había un ingeniero sentado a mi escritorio. Me dijo: aquí se llama a la puerta antes de entrar. Ahora estoy aquí yo, y tú ya no tienes nada que hacer en este despacho. A casa no podía irme, porque habrían tenido un pretexto para despedirme por faltar sin permiso. Ahora no tenía oficina, y con mayor razón tenía que ir cada día normalmente al trabajo, por ningún motivo debía ausentarme.

Una amiga, a la que cada día se lo contaba todo en el camino de vuelta a casa por la Strada Gloriei, me dejó compartir al principio una esquina de su escritorio. Pero una mañana se plantó ante la puerta de la oficina y me dijo: No me autorizan a dejarte entrar. Todos dicen que eres una soplona. Las trabas y vejaciones se enviaban hacia abajo, los rumores empezaron a propagarse entre los colegas. Eso era lo peor. Contra los ataques uno puede defenderse, contra la calumnia es impotente. Yo contaba cada día con todo, incluso con la muerte. Pero con esa perfidia no sabía qué hacer. Ningún cálculo la volvía soportable. La calumnia nos atiborra de mugre, y nos asfixiamos porque no podemos defendernos. En opinión de mis colegas yo era exactamente aquello a lo que me había negado. Si los hubiera espiado y delatado, habrían confiado en mí sin sospechar nada. En el fondo, me castigaban porque yo los protegía.

Como ahora con mayor razón no podía ausentarme, pero no tenía despacho y a mi amiga no le permitían dejarme entrar en el suyo, me instalé, indecisa, en la caja de la escalera, una escalera que recorrí varias veces de arriba abajo – de pronto volví a ser la hija de mi madre, porque TENÍA UN PAÑUELO. Lo extendí en un escalón entre el primer y el segundo piso, lo alisé para que estuviera como es debido y me senté encima. Me puse en las rodillas mis gruesos diccionarios y empecé a traducir descripciones de máquinas hidráulicas. Yo era un chiste malo sobre la escalera, y mi despacho, un pañuelo. En las pausas del mediodía, mi amiga se sentaba en la escalera junto a mí. Comíamos juntas como antes en su oficina y, más antes aún, en la mía. Por el altavoz del patio, como siempre, los coros de los obreros entonaban cantos sobre la felicidad del pueblo. Mi amiga comía y lloraba por mí. Yo no. Debía mantenerme firme y dura. Largo tiempo. Unas cuantas semanas eternas, hasta que me despidieron».
El discurso completo, aquí.